jueves, 9 de mayo de 2013

Vamos a ponernos a parir.


   

 ¿Nunca os ha pasado que estáis demasiado tranquilos con vuestra vida y eso os asusta tanto que se os va la tranqulidad en buscar cosas por las que agonizar?
    Que de tanto querer ser felices, al final le hemos cogido miedo. Y a ver quién es el guapo que lo suelta, aunque sea escondiendo después la mano.
    El problema es que asociamos tranquilidad con comodidad para formar la palabra felicidad, y nada más lejos de la realidad.
    Para vivir hay que sentir, y para sentir hay que doblar cada articulación de los acontecimientos como si de frotarse contra una pared de gotelé se tratase. Y sin olvidar que, todo ello, siempre al estilo simulacro altibajo.
    Pensadlo: si nos han enseñado que la vida es dura, será porque así es de la única forma que puede existir de verdad.
    ¿Vacíos existenciales? Joder, a mí eso me pasa cuando dejo de llamarme Daniela para pasar a ser Rutina. Y es entonces cuando la necesidad de ese caos ordenado e incontrolable llama a la puerta y se queda esperando sentado en el rellano.
    No logro comprender a la gente que le gusta conducir un coche automático. ¿Qué traman? La esencia está en controlar tú la máquina. Muchas veces vas a hacer ruedas, lo vas a poner a cuatromil revoluciones y hasta se te va a calar. Pero hostias, es que eso es conducir. Si quieres comodidad, que conduzcan otros. Pero menudo coñazo de movilidad.
    Espero que entendáis que no hablo solo de coches. Que si es por ponerse a hacer metáforas, os lo puedo hasta comparar con un parto. Muy en plan vegano.
    Así que venga, vamos a ponernos todos a parir, que hasta que no asome la cabeza no se puede respirar.




No hay comentarios:

Publicar un comentario